Nadia el Fatimah*, de 42 años, es empleada del hogar en Madrid.
En el avión rumbo a Tánger, su ciudad natal, nos pide con vergüenza
-oculta bajo el niqab- que le rellenemos el formulario de inmigración.
No sabe leer ni escribir pero habla castellano con soltura. Tiene dos
hijos. Alguno de la edad de aquella joven bereber que con 17 años aún
tenía "cara de gato y un cuerpo impresionante".
"Le dejé el coño blanco”, asegura José Olmos*,
un jubilado andaluz que viaja a la ciudad marroquí cada dos meses para
fundirse la pensión, tener sexo con adolescentes y fumar costo durante
todo el día. Lo cuenta con orgullo, pero sin olvidar a sus propias
hijas. No le gustaría que les ocurriera lo mismo. Palabra de padre.
Con
un índice de analfabetismo del 70% entre las mujeres de más de 35 años,
cientos de menores mendigando por las calles o tratando de escapar de
su realidad escondidos en camiones, Tánger, en Marruecos, es el reflejo
de una sociedad cuyo tiempo se detuvo hace mucho. En un pasado en el que
las mujeres viven de puertas hacia adentro, con grilletes en forma de
burka o esclavizadas para ofrecer sexo desde pequeñas a hombres en su
mayoría extranjeros. Y todo por cinco euros (50 dirham). El precio de la
miseria.
Mujeres en la sombra
En
Tánger, las mujeres no salen ni para tomar café; y si lo hacen, van
acompañadas de un hombre y 'veladas' con un burka, un chador o un niqab.
Las peluquerías, masculinas. No resulta extraño ver cómo ellas son las
que cargan las bolsas de la compra mientras que el hombre vigila sus
movimientos. En Tánger no existe el cortejo y los matrimonios siguen
siendo concertados. De hecho, los derechos de la esposa se reducen a
hacerse cargo de su esposo, a la equidad entre las mujeres (cuyo número
puede aumentar hasta cuatro) y a visitar a sus padres de vez en cuando.
Esta
situación, palpable en la mayoría de ciudades y pueblos marroquíes, se
ha incrementado en los últimos años: niños vendiendo pañuelos en lugar
de ir a la escuela y niñas escondidas en casas de proxenetas. “Las
preparan desde pequeñitas; si son guapas, claro. Por cinco euros te
pasas el día follando”, continúa Olmos. Otros niños, si tienen suerte,
se cuelan en los camiones que parten desde el puerto de Tánger a España.
Expertos
en la materia aseguran que el turismo sexual en Marruecos es uno de los
principales focos de explotación de menores en el reino alauita. Las víctimas: niños y niñas de familias desestructuradas y bajo perfil económico.
Desde
la Coalición contra los Abusos Sexuales a Niños se alerta contra el
turismo sexual ya que es una de las principales razones de los
atropellos cometidos contra menores en el país africano. Turismo sexual
que alcanza las cotas más elevadas en zonas como Tánger o Marrakech. “He
llegado a fundirme en un mes más de 2.000 euros. Las niñas se acercan a
ti para ofrecerte sexo”, confirma Olmos fumando un cigarrillo mientras
recuerda una ocasión en la que se negó a llevarse a una menor de 14 años
a la pensión. “Estaba embarazada pero aún así, quería rollo conmigo”.
Escasa legislación
En opinión de la socióloga marroquí, Leila Chafai, “el Código del Estatuto Personal (llamado en Marruecos la Mudawana) impide que las mujeres sean ciudadanas plenas y refleja, de la manera más flagrante, la discriminación que sufren”.
La Mudawana
es un conjunto de leyes establecidas justo después de la Independencia y
es el único código basado sobre el Islam para legislar el estatuto de
la mujer. El Código de Estatuto Personal permanece alejado al espíritu
del Derecho Internacional. Es una ley que legaliza la discriminación y la sumisión de la mujer al orden patriarcal.
“Las mujeres educadas para los padres, especialmente por las madres,
aprenden desde la infancia que su vida no tiene sentido sin el hombre, y
que tienen que consagrarla a servir al hombre y ejecutar sus deseos”,
analiza Chafai.
Nayaa Anuar, presidenta de la asociación No toques a mi niño
ha afirmado que ha llegado ya el momento de abordar esta cuestión sin
tapujos, buscar responsables y apoyo urgente entre las autoridades
marroquíes.
En cuanto a las cifras, según la vicepresidenta del Centro de Derechos Humanos, Nadia Lagrisi,
"no hay datos precisos sobre el número de abusos, aunque los centros
especializados hablan de que son familiares o parientes quienes cometen
los abusos cuando la edad de la víctima oscila entre el año y los cinco
años, mientras que entre los cinco y los doce años el abuso es resultado
del contacto con amigos o incluso extraños".
El empresario Samir Abdelmaoula,
34 años, es el alcalde de Tánger. Pertenece al Partido Autenticidad y
Modernidad (PAM), una formación creada hace 3 años y cuyo fundador es
amigo íntimo del Rey Mohamed VI. Según Nabil, que se gana la vida
como guía improvisado multilingüe: “El alcalde tiene dos mujeres. Una
blanca y una negra”. Sonríe antes de continuar el recorrido por la
Medina. Después se acerca a esta periodista para abotonarle la chaqueta.
Se le veía el ombligo.
En 2008, Marruecos suprimió las reservas
“por no encajar con el Islam” a la Convención Internacional sobre la
"Eliminación de todas las formas de discriminación respecto de las
mujeres". Un avance. Aunque mínimo, ya que personas como José Olmos
pueden seguir viajando por 'placer' a precio de saldo aprovechando la
miseria del norte de África.
*Nombres ficticios.
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