jueves, 6 de agosto de 2015

ADIOS A TXEMA LANDA,EL SINDICALISTA BUENO Y HONESTO DEL AYUNTAMIENTO DE BILBAO,DE NUEVO EL MALDITO CANCER NOS LO QUITO DIAS ATRAS A LOS 47 AÑOS DE EDAD....ESTA ES UNA HISTORIA SENCILLA Y TRISTE RESCATADA DE LA PRENSA DIARIA,QUE DEMUESTRA QUE EN NUESTRO PAIS AUN EXISTEN POLITICOS Y SINDICALISTAS HONESTOS....DESCANSE EN PAZ TXEMA Y MIS CONDOLENCIAS A FAMILIARES,AMIGOS Y COMPAÑEROS....

Se va el trabajador que mejor conocía el Ayuntamiento de Bilbao

Landa posa ante el Ayuntamiento el pasado mes de marzo.
Landa posa ante el Ayuntamiento el pasado mes de marzo. / IGNACIO PÉREZ
  • Fallece a los 47 años Txema Landa, el sindicalista de ELA que se convirtió en el presidente más veterano del comité

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Para conocer de verdad el Ayuntamiento de Bilbao había que hablar con Txema Landa. Detrás de las políticas y los discursos, los éxitos y fracasos del día a día, hay un paisaje humano de 29 concejales y 2.351 funcionarios que era su territorio. «Sabía estar muy cerca de la gente y por eso tenía acceso a todos, desde los despachos hasta el último trabajador», afirma el veterano Juan Manuel Delgado, que le enseñó el oficio de sindicalista en la sección de ELA. Aquel discípulo «algo tímido, pero espabilado» que se incorporó a la plantilla en 1989 «se fue soltando» y llegó a ser el presidente más veterano del comité de empresa; un cargo que ejerció durante 16 años, hasta el pasado marzo.
Por eso ayer se instaló una sensación de vacío en los pasillos cuando se supo que ha fallecido a los 47 años, víctima del cáncer que le diagnosticaron a finales de 2014. Aunque llevaba meses de baja, nunca perdió el contacto con el Ayuntamiento. En las últimas elecciones sindicales fue como número 4 en la lista que encabezaba Diego Mujika. Su sucesor en la presidencia del comité le describe como «un tío con mucha fuerza», «hábil» en los envites y los órdagos. Como muslari ganó tres campeonatos de Bizkaia, uno de Euskadi y un premundial. «Es un juego de apuesta, de estar despierto, y muchas veces la negociación consiste en eso», solía decir.
En el tapete municipal jugó sus cartas con cinco alcaldes. Debutó con Gorordo y Duñabeitia y se curtió con Ortuondo, en batallas como el encierro en el Salón Árabe para conseguir que restituyera un anticipo. «Aprendimos que hay que hablar para llegar a acuerdos y respetar lo que cada parte representa», contaba en una entrevista. Otra lección es la de «separar lo profesional de lo personal, porque ahí se ve la altura de miras de los políticos y de los sindicalistas». Azkuna fue «un buen alcalde, el más mandón», e Ibon Areso resultó «una grata sorpresa para muchos».
Con Juan María Aburto no ha llegado a lidiar, pero el alcalde, que en la Diputación ejerció como director de Función Pública, guarda un recuerdo especial de «un sindicalista diferente, muy volcado en ayudar a los demás y hacerlo de manera coherente». Siempre «con la carretilla hacia arriba», como dice Tomás del Hierro, su amigo «por encima de todo» pese a los encontronazos entre los sindicatos y el área de Seguridad. La semana pasada se despidió de él junto al alcalde y el concejal Mikel Álvarez, que también ha estado pendiente de su enfermedad.
Don Diego, al Aconcagua
En los últimos días pudo hablar con casi todos sus amigos. A Juan Manuel Delgado, uno de los más antiguos, se le acumulan las imágenes. Le ve en la sección sindical «cuando nos decía en tono jocoso: los enemigos pequeños para vosotros, dejadme a mí los grandes»; tirándose en paracaídas en Zaragoza; coronando cimas como el Aconcagua, donde depositó una figura de Don Diego, el Mont Blanc y el Kilimanjaro; incluso dirigiendo a la banda municipal en la plaza de toros en Aste Nagusia, después de un partido con concejales.
Aunque nació en Basauri y vivía en Orozko, donde mañana se celebrará su funeral, Txema Landa hizo suyas las costumbres más bilbaínas. Además del mus, «era amante de todos los deportes: el fútbol, la pelota...». Fue compromisario del Athletic y no se perdió la última final de Copa en Barcelona. Allí coincidió con José Luis Sabas, que fue su jefe muchos años en Obras y Servicios, porque Landa nunca quiso ser un sindicalista liberado. Funcionario de carrera, era jefe de grupo de alumbrado y contaba orgulloso que «si algo ha evolucionado en Bilbao es la luz. Ahora resulta mucho más acogedora».
Le gustaba reivindicar «la parte que corresponde a los trabajadores» de los premios que gana el Ayuntamiento. En el comité tuvo enfrente durante años a Ricardo Barkala cuando era concejal de Recursos Humanos. «Eran tiempos duros, de recortes. Lo normal sería que nos miráramos con recelo, y resulta que nos hicimos amigos», relata. «Me hizo tres huelgas con la pancarta en la escalera pero era un tío posibilista, sensato, sobre todo de fiar». A él también le llamó para despedirse «con una conciencia tan clara y una serenidad tan terrible...».
En su móvil tenía más de mil contactos «y le podías llamar a cualquier hora. Yo le decía: ¡tu mujer te va a echar de casa!», comenta apesadumbrado un policía municipal. Casado y con dos hijos, a la despedida de sus familiares y amigos se unió ayer un emotivo mensaje que ELA envió a los trabajadores -«Gracias por tu compromiso, tu integridad, tu dedicación...»-, además de las condolencias de otros sindicatos, que destacaron «su capacidad de llegar a acuerdos por encima de las diferencias».

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